Pocos comienzos se han quedado tan grabados en la memoria de adultos y niños como éste. La simple (y a la vez compleja) visión de un niño es el punto de partida de una de las novelas infantiles más importantes que protagonizaba una de las películas que llegaba a nuestras pantallas este verano: El Principito (The Little Prince)
Como ocurría con la novela que Antoine de Saint-Exupéry publicó en 1943, en esta adaptación nadie tiene un nombre propio. Así, la protagonista de la historia es una niña cuya vida está completamente controlada por su madre que, como suele ocurrir en muchos casos, solo quiere lo mejor para ella. El objetivo de la madre es que su hija entre en el colegio más prestigioso de la ciudad. Para ello, necesitan mudarse a una urbanización, pero su nuevo vecino hará que los planes no salgan como la madre quiere. ¿Quién es ese vecino? Ni más ni menos que el Aviador.
Mezclando las historia original y una nueva que tiene lugar años después de ese relato, Mark Osborne nos trae una cinta cargada del espíritu de la novela. Se trata de su tercera película como director, su segunda en de animación tras Kung Fu Panda (2008). En este nuevo film, la trama actual está realizada a través de la animación 3D a la que tantos estudios nos tiene acostumbrados, con un diseño de personajes muy estándar (exceptuando algunos casos, como ese pequeño zorro de peluche), sin que por ello sea malo.
Pero si hay algo que destaca por encima de todo es la maravillosa adaptación en Stop Motion de la historia de Saint-Exupéry. Una combinación de madera, papel y arcilla delicadamente realizado y a la vez con una gran fuerza narrativa. Una pequeña joya que hace de El Principito una película que todo amante de la animación debe ver.
Un gran plantel de actores son los encargados de dar vida a los personajes en la versión americana. Empezando por Jeff Bridges como el Aviador, ya un hombre viejo que quiere seguir viviendo en el universo que el Principito le mostró y que el mundo que le rodea quiere destruir en detrimento de la eficacia y la eficiencia. En contraposición, Rachel McAdams como la Madre, con un trabajo que le ocupa todo el día y una obsesa del orden y la organización. También cuenta con las voces de Marion Cotillard como la Rosa o James Franco como el Zorro, a los que acompañan Benicio del Toro, Ricky Gervais, Paul Giamatti, Albert Brooks y Paul Rudd.
Muy reiterativa en su mensaje, El Principito tiene muy buenas intenciones y funciona bastante bien hasta el tercer acto de la historia, donde no parece saber a dónde dirigirse. Una oportunidad para acercar este personaje a los más pequeños y que los mayores revivan viejos momentos y, sobre todo, que no olviden.